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Chicago

Ganó Obama, ganó Chicago

Al título completo del post le falta un 'ganó el partido demócrata, pero no tanto'. Es cierto que ha sido la mayor victoria del partido demócrata desde Carter, pero también es verdad que han fallado en su intento de hacerse con el control absoluto del Senado, al no alcanzar la cifra mágica de 60 senadores. Esto hará un poco más complicado ejercer un rodillo en lo que a legislación se refiere.

Pero el protagonista es Obama, que ha conseguido una ventaja en voto popular del 5% (52 Vs 46) sobre McCain, lo que se ajusta a la banda inferior de ventaja que llevaba el candidato demócrata en la mayoría de las encuestas.

Para la recuperación del voto demócrata en estados que habían dado la espalda a Gore y Kerry ha resultado clave el hecho de que Obama tenga su sede en Chicago (Illinois), situada mucho más cerca del corazón de EEUU que Boston o Nueva York. La que sus habitantes llaman "la segunda ciudad" (en realidad la tercera, detrás de LA) ha reivindicado en estas elecciones su peso tanto económico como político y social, tras décadas ensombrecida por el encanto y la vida cultural de Nueva York. Ahora es la ciudad de Obama y Oprah, posiblemente las dos personas más importantes e influyentes del país.

Y su efecto se ha notado en las elecciones, porque el partido demócrata ha recuperado los estados vecinos de Iowa e Indiana (que no era demócrata desde 1964) y ha rozado la sorpresa en Missouri, donde McCain ha ganado por menos de seis mil votos.

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Chicago (3º día)


Paseo hacia el norte de la parte centro, con desayuno en un precioso y un tanto pico café de hotel (Café des architectes). Luego seguimos hacia Lincoln Park por una zona de casas bajas que no deja de ser ciudad (a la europea). Al paso por el Museo de Historia de Chicago vemos que hay algo de alboroto: policías, unos 15-20 curiosos y un autobús lleno de gente tecleando en sus portátiles. Tras unos minutos esperando en un banco vemos salir y saludar a Barak Obama.

Poco después comienza a llover y toca volver en metro (bastante sucio) al centro. Aprovechamos para subir a los trenes que dan su nombre al Loop, porque recorren en círculo el centro financiero de la ciudad al aire libre, a la altura del segundo o tercer piso. Una forma espléndida de disfrutar de sus calles y edificios.

La lluvia le dio la alternativa al Art Institute of Chicago, uno de los centros de arte más importantes del país y que, además del ‘Nighthawks’ de Hooper y el ‘American Gothic’ de Grant Wood, alberga la colección de impresionismo más importante fuera del Louvre. A la salida (ya no llovía), nueva visita al Millenium Park, dónde la chavalada se lo pasaba pipa con un par de fuentes gigantes situadas una enfrente de la otra y que muestran (cada una) una cara gigante en vídeo que ‘escupe’ un tremendo chorro de agua cuando abren la boca.

Otra de las cosas que había que probar en Chicago era la pizza deep pan, cuya peculiaridad está en su grosos (unos tres o cuatro centímetros) y que tardan como cuarenta minutos en prepararla. Sólo para glotones.

A eso de las 18:00 toca coger el taxi para irse a Washington. Algo así como una hora de atasco después llegamos al Midday. Ya de noche otro taxi nos deja en la casa de Alex en Washington tras pasarlo un poco mal al atravesar la zona de pubs (la gente invadía la calle) de la calle 19.


11428 pasos recorridos (en el museo –casi tres horas– el podómetro no contó los pasos)

[Fotos de Chicago]

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Chicago (2º día)

Chicago es una de esas ciudades (al menos en el centro, las zonas conocidas como The Loop y Near North) en las que miras tanto hacia el cielo que corres el riesgo de terminar con unos cuantos moratones en las piernas. Tras el incendio de 1871 la mayor parte de la ciudad fue reconstruida por varios de los mejores arquitectos de la época. Tras la llegada de nuevos y más modernos rascacielos el skyline ha resultado en una espectacular mezcla de ciudad futurista y escenario de película de terror gótico.

Tras un flojo café y una buena muffin en una cafetería de gran cadena (corner bakery) y algún paseo medio errático (en el que vi una exposición que consistía en sacos de boxeo con la cara de personajes como Hillary Clinton o George W. Bush) toca subirse en uno de los múltiples barcos que muestran las bondades de la ciudad desde el (enorme) lago Michigan y el río Chicago. Una hora y media de sol, brisa marina y unos cuantos miles de datos (fases de la reconstrucción de la ciudad, la pureza del agua del lago, la rivalidad con NY…) que nunca resultaron excesivos.

Para comer, un inabarcable sandwich de pastrami con una de esos refrescos de cereza que hacen gracia como mucho los dos primeros sobres. Paseo por el Loop (otra vez las cabezas mirando hacia arriba), helado con cookies en Grant Park y paseo por el precioso Millenium Park, repleto de intervenciones escultórico-arquitectónicas de gente como Frank Gehry.

Visita a la antigua biblioteca de la ciudad, reconvertida en museo, más paseo y visita a una pharmacy (aquí venden desde el periódico a zumos, pasando por crema solar o carameos para la garganta). La vista desde el observatorio John Hancock no fue especialmente memorable, pero sí los 40-50 segundos que tarda el ascensor en llevarte de la planta 1 a la 94. De vuelta en el hotel la primera sorpresa es la visita a las 21:00 del servicio de limpieza para hacer una segunda batida. Aunque se les aclara que ya está todo bien siguen trabajando unos 5 minutos. Momento tenso.

En la tele (muchos canales y pocas cosas que ver) sólo los Simpson sobreviven más de 10 minutos a la tiranía del mando a distancia.

27171 pasos recorridos


[Fotos de Chicago]

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Viaje a EEUU: Madrid-Chicago

Lo peor de un viaje siempre son el primer y el último desplazamientos. En uno estás preocupado por no haberte dejado nada y saber encontrar tu destino, en el otro comienzas a pensar en lo terrible que será el día después.

En este caso fue lo mismo. Viaje con Delta a NY en el que fui cebado y vi películas poco agradecidas (lo mejor fue '27 vestidos', para que sirva de vara de medir). Luego tres horas y pico en JFK y nuevo viaje a Chicago.

A lo único que dio tiempo fue a dar un pequeño paseo y tomar un típico perrito de Chicago (sin ketchup pero con pepinillo en vinagre, cebolla, pimiento y chile) en Portillo's, además de maravillarme de la suerte que había tenido al encontrar un hotel de lujo por un precio bastante asequible.

(al ir todo el rato en avión este día no medí los pasos)

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