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El mundo en un Café (Munich 4)

Hace no mucho contaba el fastidio que me había supuesto perder mi cafetería favorita: ese tipo de sitio en el que te encuentras cómodo y el tiempo se detiene, en el que podrías pasarte horas y horas haciendo cualquier cosa o no haciendo nada.

Desgraciadamente he vuelto a encontrar un sitio así... pero en Munich. Está a tres o cuatro minutos de la oficina y siempre lo encuentro vacío a la hora del desayuno. Desde fuera ni siquiera parece una cafetería, sino más bien un anticuario. Al entrar resulta ser una antigua mercería que aún funciona como tal, llena de pequeñas piezas de punto, objetos antiguos (floreros, bolsos, carteras, teléfonos fijos de hace 50 años...) y unas preciosas marionetas hechas a mano.

Esto en una mitad del local (antes de que me olvide, se llama Marais y la dirección es Parkstrasse 2), mientras que el resto es una hermosa cafetería de madera ideal para leer una novela entera, concebir la idea más brillante de tu vida o abstraerte de prisas y agobios. Aunque me hubiera encontrado el local lleno hasta la bandera estoy seguro de que me sentiría tan a gusto como en el sofá de mi casa. Además, todo lo que tomé estaba delicioso: desde el café hasta el yogur con mermelada, pasando por el pan integral con miel.

habrá que buscar un sitio así en Madrid o aprender alemán y pedir el traslado.

Xx

Requiem por el Mendocino

Una historia típica, supongo. Un día estás de paseo y entras en el primer sitio con un aspecto decente. Hace un frío de narices y necesitas un café con leche. Según acabas de remover el azúcar te fijas en el suelo de madera, lo calentito que estás y en que los tazones son chulos. Acabas, pagas y abres la puerta para volver al invierno.

Después de unas semanas alguien te pregunta: "Oye, por aquí ¿dónde podemos tomar algo tranquilos?". Y aquel lugar acaba por convertirse en tu café favorito. Sin necesidad de ir todas las semanas, ni de jurarle fidelidad eterna. Sabes que está allí y que te sientes como en casa.

Por eso es tan triste cuando una tarde el instinto te lleva calle arriba y detrás de la puerta el mundo ha cambiado: decoración exótica, lujos innecesarios, otro tipo de gente... hasta parece que han quitado aquella librería dónde se podía hacer BookCrossing. No era necesario, pero das un paso atrás y miras el cartel que cuelga fuera. Efectivamente, en aquel pequeño oasis ahora hay otro negocio.

Unos pasos de desconcierto, otro giro de la cabeza y un resoplido. Te espabilas y propones un nuevo lugar al que ir. Balbuceas alguna palabra: "Es una pena", o algo así.

Más tarde te consuelas diciéndote a ti mismo que hay muchos más cafés, que aquel otro al que habías ido con nosequién no estaba mal. Pero, en el fondo, sabes que has perdido algo, que tendrás que volver a salir de casa en las tardes de invierno hasta que entres en el primer sitio con un aspecto decente a tomar un café con leche.

Xx