Llega el segundo volumen de la Revista para leer Eñe, editada por La Fábrica. Como siempre, está dividido en dos partes: una compuesta por secciones fijas y otra con textos que orbitan sobre un mismo tema. En este caso, el tema es La Ciudad.
En las secciones fijas nos encontramos a Virginia Woolf hablando de las bibliotecas personales y el placer de la lectura, el diario de los últimos meses del escritor Jorge Edwards, el adelanto de la primera novela de la experta en la India Justine Hardy, además de una agenda cultural de los próximos meses.
En la otra parte, en la que refleja la visión de La Ciudad de los autores, destaca especialmente la visión de Berlín que escribe el mexicano Juan Villoro (que trabajó en la RDA en calidad de agregado cultural), llena de ironía y humor. Desternillante la anécdota de cuando pensó que su madre se había quedado atrapada en el interior del Museo de Pergamo. Encontramos también la visión (sucia pero orgullosa) de Edimburgo de Irvine Welsh, el barrio de Viena en el que vivía Elriede Jelinek o el texto que el fotógrafo Alberto García-Álix (se regodea en exceso) dedica al Madrid que tantas veces retrató. Es también notable la reflexión libre de Fernando Arrabal sobre la 'ciudad mediterránea'.
Como sucedió en el primer número, la concepción gráfica de portada, contraportada y las distintas ilustraciones que dividen los textos tienen a un único autor como invitado. En esta ocasión se trata de Miguel Ángel Campano.
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En las secciones fijas nos encontramos a Virginia Woolf hablando de las bibliotecas personales y el placer de la lectura, el diario de los últimos meses del escritor Jorge Edwards, el adelanto de la primera novela de la experta en la India Justine Hardy, además de una agenda cultural de los próximos meses.
En la otra parte, en la que refleja la visión de La Ciudad de los autores, destaca especialmente la visión de Berlín que escribe el mexicano Juan Villoro (que trabajó en la RDA en calidad de agregado cultural), llena de ironía y humor. Desternillante la anécdota de cuando pensó que su madre se había quedado atrapada en el interior del Museo de Pergamo. Encontramos también la visión (sucia pero orgullosa) de Edimburgo de Irvine Welsh, el barrio de Viena en el que vivía Elriede Jelinek o el texto que el fotógrafo Alberto García-Álix (se regodea en exceso) dedica al Madrid que tantas veces retrató. Es también notable la reflexión libre de Fernando Arrabal sobre la 'ciudad mediterránea'.Como sucedió en el primer número, la concepción gráfica de portada, contraportada y las distintas ilustraciones que dividen los textos tienen a un único autor como invitado. En esta ocasión se trata de Miguel Ángel Campano.
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Los bloques de texto están separados por los dibujos de Eduardo Arroyo, que también ilustran la portada y contraportada de este primer número en el que, además de textos de creación, podemos encontrar un discontínuo diario de Lorenzo Silva, una reflexión de Sergio Pitol sobre los libros que le llevaron a convertirse en escritor, un avance del nuevo trabajo de Chuck Palahniuk y una agenda de actos culturales (incluso deportivos) para los próximos tres meses en Europa.