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En pocas palabras (2)

Otra ristra de discos

For Hero: For Fool, de Subtle. Postmodernos hasta decir basta. Subtle son una batidora en la que se unen soul, gospel, hip-hop, indie, trip-hop a lo Maxinquaye, pianos, guitarras ruidosas y todo lo que se cuele. Atractivos y adictivos, a veces pecan de ofrecer un exceso de estímulos. Pero bueno: si van a por todas, van a por todas, ¿no?

The world is gone, de Various. Oscuros, folkies y con un toque trip-hop. No son los nuevos Massive Attack, pero muchos de los temas de este disco podrían estar en el Mezzanine. Todo bueno y todo realizado con mucho gusto. Por el toque dub también me recuerdan a The Aloof, aquel grupo que habían creado los dos miembros escindidos de Sabres of Paradise. En todo caso, disco recomendable.

The Longest Meow, de Bobby Bare Jr. El feel good record de final de este año. Buenas canciones, correctamente instrumentadas y con equilibrio entre los tiempos lentos y los más acelerados. Pop con aroma folk y country que recupera el gusto por las cosas sencillas y bien hechas.

The crane wife, de The Decemberists. Unos que siempre cumplen con notable son los chicos de Colin Meloy. Un poco en la línea agradable/amable de Bobby Bare pero tirando más al pop teatral. Posiblemente esta vez vengan en una versión más pop y accesible. Por ponerle un solo pero, el sonido es algo más standard que de costumbre.

New York Noise 3, de VV.AA. Si el segundo volumen de la saga New York Noise pecaba de repetir lo ya apuntado por el primero, este se centra mayormente en los experimentos con la electrónica y el technopop, con Suicide en el punto de mira. No en vano uno de los mejores temas está firmado por Martin Rev. Buena parte del acierto y la coherencia de la colección se basa en que ha sido confeccionada por uno de los protagonistas de aquella escena: Stuart Argabright, líder de los ahora muy reivindicados Ike Yard. Impresionante el viaje de 'Holland tunnel dive'.

Remember that I love you, de Kimya Dawson. Mientras su compañero en The moldy peaches, Adam Green, se lleva las portadas y los fans, ella sigue creando pequeñas joyas de folk con espíritu pop y vestidas con trajes de papel. Precioso.

A lazarus Taxon, de Tortoise
. Recuerdo mi total enamoramiento de los dos primeros discos de Tortoise, especialmente del primero. Aquella mezcla de jazz, rock instrumental y algo de electrónica que alguien decidió llamar post-rock me hacía cosquillas en las neuronas. En aquel periodo entre el 94 y el 97 es en el que se centra esta recopilación: inéditos, temas solo aparecidos en singles y recopilatorios y el descatalogado Rhythms, Resolutions & Clusters (remezclas de su debut). Locura para los completistas, que solo podrán (podremos) echar de menos el Remixed que recogió las remezclas del Millions now living will never die. El resultado tiene algo de empacho, lo que es normal en un triple que mezcla joyas de la experimentación ('Goriri') con ejercicios de estilo ('Elmerson, Lincoln, and Palmieri') que tampoco llegan a más.

The avalanche, de Sufjan Stevens
. Dejando a un lado sus EP's navideños (simpáticos y bien hechos), Stevens se ha descolgado este año con lo que se suponían descartes de Illinoise. Bastante más allá de la curiosidad, estos temas muestran a) que los ha vuelto a trabajar de cara a su publicación como un nuevo disco o b) que el año pasado estaba en un estado de gracia tal que podría haber compuesto y grabado un disco fantástico cada dos o tres meses. Una nueva victoria en forma de banjos, arreglos de viento, coros, épica bien entendida y mucha magia. El día que su carrera por los distintos estados le lleve a California puede dejar anticuado el Pet sounds.

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Sufjan Stevens: Illinoise

Vamos a imaginarnos la escena: el día de Acción de Gracias del año 2002, Sufjan Stevens estaba cómodamente cenando con su familia. Súbitamente su madre (con el asentimiento cómplice del abuelo John) criticó al muchacho por dedicarse a eso del rock y no haber llegado a tiempo para trinchar el pavo. Al final de su discurso le acusa de perder el tiempo en tonterías y ser poco americao. Stevens, enarbolando la épica de la bandera de barras y estrellas (y con unos cuantos ponches de más) promete utilizar su habilidad con los instrumentos para componer una canción, qué digo una canción, ¡un disco entero! a cada uno de los 50 estados de la patria de Lincoln.

La broma le va a salir cara. Hacer un disco temático sobre Miami puede no ser tan complicado, pero ¿sobre Ohio? Pero nada pudo desanimar a nuestro protagonista. Al año siguiente (2003) publicaba su elogio musical a Michigan (fácil, su lugar de nacimiento), un brillante disco que le valió el aplauso de la crítica especializada. Pero luego pareció arrepentirse de su promesa. En 2004 publicó un disco 'normal', Seven Swans (también notable).

Pues no. Stevens acaba de publicar (Come on feel the) Illinoise. Y si los anteriores discos estaban muy bien este es fantástico. Melodías pop, coros y crescendos de violines, minimalismo a lo Steve Reich, recuerdos al folk de alcoba de Iron&Wine, guiños al 'close to me' de The Cure y cincuenta mil cosas más. Un auténtico tobogán musical en el que caben muchas cosas, y todas buenas.

Desconozco lo que hará este hombre cuando le toque Alaska, pero a la altura de Illinoise realmente vale la pena hacer una parada.

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