The Books son un pequeño tesoro. Pero por convicción propia. Un grupo básicamente instrumental que basa su sonido en el banjo, el chelo, voces capturadas de la radio o la TV y pequeños ruidos electrónicos no podría nunca ser pasto de las radiofórmulas, ni ser tarareados por la muchachada indie.
The Books son extraños e impredecibles, pero eso no quiere decir que sean difíciles o indescifrables. Su fórmula se podría basar en un poco de banda sonora, un algo de experimentación electroacústica (ese ruido que se cuela de fondo, el recorta-y-pega de los sonidos que ellos mismos producen), recuerdos al folk psicodélico y la música tradicional estadounidense, la música repetitiva de Reich o Gavin Bryars y un espíritu pop.
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Su primer disco,
Thought for food (
Tomlab, 2002), es una maravilla salida de la nada. El banjo marca ritmos y el ordenador suelta clics&cuts en un ejercicio de folk digital imposible. Fue un disco tan rompedor que casi nadie se dio cuenta de que estaba allí. Nick Zammuto y Paul de Jong, los miembros del grupo, parecían jugar con los elementos, como si fuera un puzzle. Era como un experimento que nadie sabía cómo, pero había salido bien.
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Un año después (y también en el sello
Tomlab) aparecía
The lemon of pink. La fórmula seguía siendo la misma. Habían aprendido a arreglar mejor sus canciones y dotarlas de una mayor consistencia. En general está considerado un disco de transición, al no incorporar ningún cambio claro a lo expuesto en
Thought for food. Para mi es su obra maestra, y uno de los discos más hermosos que he escuchado jamás. Me apabulla y no sé explicar cómo o cuáles son las razones. El collage cobra un mayor sentido y la interacción de sampler, programación, voz e instrumentos reales es perfecta. Se aprecia un cierto acercamiento a los grupos de post-rock y post-pop de Chicago (Tortoise y aledaños).
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Ahora el grupo publica
Lost and safe, como siempre en
Tomlab, y comienzan a recibir una mayor atención de los medios. El éxito de crítica de sus predecesores y cierto giro hacia una música más pop (hay más temas cantados y menos cambios en la estructura de las canciones) les puede hacer llegar al público independiente. Un disco notable e indudablemente bonito que corre el riesgo, por momentos, de pecar de superficial.
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