Tailandia - Laos: día 9

"Al amanecer los elefantes van a beber agua a la otra orilla del río, nos lo han asegurado". Esa era la promesa (además de lo duro del colchón) que hicieron las hermanas francesas y que nos levantó a la mañana siguiente. La falta de agua fría aceleró el proceso y un café local bien cargado nos puso completamente las pilas. Y era cierto. Aunque un poco a lo lejos, pudimos ver a los elefantes dar un paseo por la playa, y luego con sus mahouts (jinetes) subiendo la ladera.

Segundo desayuno en el pueblo y apovisionamiento de bocadillos (herencia francesa, entiendo) y nos vamos para el bote. Esta vez conseguimos sitio en la parte delantera, librándonos de la sinfonía noise del motor de la barca.

Como hay niebla y en el río refresca, saco por primera vez la chaquetilla. Esta segunda parte del trayecto por el Mekong es aún más verde, más llamativa. Pasamos varias zonas con rocas y, esta vez, hacemos numerosas paradas para recoger/dejar gente, subir/bajar mercancías, incluso para que la gente de los pequeños poblados ofrezcan todo tipo de productos a los viajeros: arroz envuelto en hoja de banana, carne a la parrilla, seda, o una mezcla de rata de agua y castor que acababan de matar. Un muchacho local que se había subido dos pueblos antes hace la compra y se arma un poco de alboroto en la barca cuando todos los 'farang' se lanzan con sus cámaras a fotografiar al bicho en cuestión.



En un momento dado se sube una familia entera (de los 80 pasajeros iniciales ya debemos estar por los 120) que saca una alfombra y se sienta en el suelo de la parte delantera. Una muchacha a mi lado tiene un tocado de Hello Kitty y unos pendientes de la torre Eiffel. Otra, que se pasa unas dos horas dormida sobre mis rodillas, se despierta ofreciéndome, a cambio, un caramelo de banana.

Poco a poco te vas fijando en que la gente en Laos tiene un aspecto más cercano a los chinos que en Tailandia, que el nivel adquisitivo parece mucho más bajo, y que es un país lleno de niños por todas partes.

Approaching Luang Prabang Llegamos al atardecer a Luang Prabang, ciudad patrimonio de la humanidad y uno de los sitios más bonitos y encantadores en los que he estado en mi vida. Otro chico portugués amigo de Mr. A. está esperándonos en el embarcadero, Mr. V. Nos separamos porque ellos van a buscar hotel y yo lo tenía reservado, pero nos encontramos luego en el Mercado Nocturno (mucho mas elegante y con mejores productos que los de Chiang Mai, aunque también orientado al turismo).

Cenamos en un restaurante con toque ibicenco (esas luces, esas escaleras) en el que tomamos una mezcla entre el hot pot chino (una especie de sopa en la que vas agregando ingredientes para que se cocinen) y la parrilla coreana (una superficie de metal con brasas en las que haces las piezas de carne) bastante resultona.

En la conversación con Mr. V. sale uno de los temas recurrentes cuando la gente se entera de que soy de España: "Oye, pues sabes hablar inglés, eres el primer español que me encuentro que lo hace decentemente", "un profesor de inglés que tuve, me comentaba que sus alumnos españoles eran incapaces de pronunciar decentemente 'breakfast', y que lo más cercano que decían era 'breast fuck".

En fin. Disfruto de mi habitación de hotel, aunque el colchón vuelve a ser terriblemente duro.

Xx

Tailandia - Laos: día 8

Entre la gente que compartimos sitio dónde dormir (es un decir) estaban una pareja de cerca de Toronto y una chica holandesa (Miss M, a partir de ahora), además de un belga impertinente y borrachín que rondaba los cincuenta.

Después de una ducha fría (suerte que había agua) nos pasamos en barcaza a Laos. Las horas (7:30) y el hecho de que la niebla era tan espesa que no se veía la otra orilla, otorgaban al momento un toque de clandestinidad.



Tras innumerables papeleos y procesos en la frontera y con el muchacho que nos debía llevar hasta el bote (casi nos pierden el pasaporte en un momento), en el que nos tuvimos que colocar junto al motor, lo que nos dejó casi sordos por el resto de la jornada. El 90% de los que vamos (un total de unas 80 personas) somos 'farang'. No deja de ser curioso como una forma de transporte tan pensada para las necesidades locales (un bote lento que atraviesa el Mekong) se ha convertido en una atracción turística.

Mekong Postcard

Pero es que el viaje es un completo espectáculo. Ni las palabras, ni las fotos o vídeos que pueda mostrar aquí hacen justicia a la belleza del trayecto: horas y horas pasando por paisajes perfectos, las curvas del río surcando las montañas, la selva, la niebla que se adentra en el paisaje, los buffalos en las playas fluviales, los niños jugando en la orilla...

Charlo con un muchacho canadiense (tocando casi Alaska) que vive en un pueblo de 5.000 habitantes especializado en perforación minera (5 empresas del ramo en el pueblo) que dice no amar su trabajo, pero estar encantado con las ventajas (viajes como este un par de veces al año) que le da su buen salario.

La señora que lleva la 'cantina' del bote pasea para arriba y abajo del pasillo tirando bolas de arroz a un lado y al otro del río mientras murmura algo parecido a oraciones.



Tras unas seis horas y media llegamos a Pakbeng, un pueblucho en el que haremos noche. En todas las guías, foros de viajeros, etc te dicen que no hace falta reservar con antelación, que hay sitios de sobra. Pues bien: sea porque había una boda en el pueblo o por la ley de Murphy, esa noche estaba todo ocupado. Un hombre nos ofrece dormir en el suelo de su cobertizo con una tela antimosquitos y otro tipo nos ofrece una habitación a un precio 10 veces más caro que el habitual. Al final en una de las posadas (por decir algo) dejan libres alguna de las habitaciones en las que duermen ellos (o a saber quién) y nos alojan. Lujo asiático no es la forma de describir la habitación, pero algo es algo.

Allí nos encontramos con un grupo que hacía el camino inverso (subir el río desde Luang Prabang) formado por dos francesas (hijas de levantina), dos italianos y una muchacha japonesa. Como todos estábamos alojados en habitaciones no muy deseables, decidimos alargar la noche todo lo que permitía el lugar, formado básicamente por una calle que sube una colina y una pequeña zona que se mete paralela al río. Como en cualquier sitio siempre hay fiesta, al final la encontramos. Terrible lo de los combinados hecho con el "whisky de laos", un licor de arroz llamado Lao Lao del que lo mejor que se puede decir es que podía ser peor.

Xx

Tailandia - Laos: España desde fuera

Me imagino que el Gobierno hará, de vez en cuando, algún tipo de encuesta en el extranjero sobre la imagen que tienen en otros países sobre nosotros, qué les viene a la cabeza cuando les hablan de España, etc. En mi escasamente científica experiencia en este viaje, los principales temas de conversación que salen cuando menciono mi nacionalidad, por orden de relevancia/repetición son: - La tomatina de Buñol (bien porque es muy estética o porque en algunos países tienen fiestas similares—embadurnándose de pintura en polvo, o mojándose en agua—) - Fútbol. Ahora mismo El Barça supera al Madrid, aunque los tres jugadores con más presencia de la liga española son (por orden): Cristiano Ronaldo, Messi y Sergio Ramos. También he visto muchas imágenes del niño Torres. Hay un canal de TV en Tailandia dedicado las 24 horas a la liga española. Una compatriota que vive en Bangkok me comentó que un taxista local llegó a recitarle de carrerilla la alineación del Levante. Aún así, Manchester, Liverpool y Chelsea siguen aventajando a los equipos españoles. - Independentismo catalán y vasco (muchos pensaban que era vasco por las dos 'x' en mi nombre). - La crisis económica (inevitable, supongo). - Sangría (sic). - Vida nocturna. - Comida (en general). Xx

Tailandia - Laos: día 7

Desayuno local (sopa de arroz y pollo) y dejo el hotel (y Chiang Mai) para que recoja una furgoneta que me debe llevar a la frontera con Laos. Pasamos hora y media buscando al resto de la gente en sus hoteles: alguno no está localizable, el conductor se equivoca de sitio...

Hacemos una parada en Chiang Rai para ver un templo bastante alucinante llamado Wat Rong Khun (el templo blanco), que mezcla una entrada con brazos que parecen surgir del infierno (incluso alguno agarra alguna cabeza arrancada) con un estilo preciosista. Inquietante.


Seguimos viaje y llegamos a Chiang Khong, un infecto pueblo fronterizo en el que la gente prepara ratas en al barbacoa y las ratas están cubiertas por moscas. En tan hermoso lugar nos alojan en el que, seguramente, sea el más horrendo de los hoteles. Comparto habitación con Mr A., experimentado viajero portugués que pasará un total de 8 meses en el sudeste asiático.

Habitación fronteriza

A mitad de la noche el hombre sueco de la habitación contigua le grita a su novia "oh my god! Kill it! Kill it!". El colchón era tan agradable como dormir sobre una roca y los gallos comenzaron a espabilar a las tres y media de la mañana. Una noche para recordar.

[+ info: fotos y vídeos en Flickr]


 Xx

Tailandia - Laos: día 6

El Centro Cultural y museo de Chiang Mai está centrado en la historia y cultura de la provincia. Muchas de las salas están formadas por reproducciones a escala que muestran la forma en la que se cultivaba, pescaba o rezaba en los templos. Tienen también una sala sobre la llegada del tren a Chiang Mai y su significado. Sin mostrar grandes florituras técnicas lo cierto es que resultó de lo más interesante.

Cultivando arroz

Después nos fuimos a una cárcel  de mujeres en la que las presas dan masajes tradicionales, como forma de realizar actividades y prepararse para la vida una vez cumplida la condena. Cuando me estaba marchando, un francés me pidió que le hiciese una foto con la ropa—holgada—que te ponen para el masaje. Al acabar trató de adivinar de dónde era yo y, tras dudar unos segundos, dijo "¡italiano!". Al ver mi cara acabó concediendo "¡español! Siempre os confundo". En otros momentos del viaje me preguntaron si era libanés o si era de oriente medio. Igual un libanés albino, porque ni estando buena parte del tiempo al sol conseguí ponerme moreno.

Como una sopa con unos wonton y me vuelvo a sorprender de la cantidad de ajo que utiliza esta gente. Más, incluso, que en España.

Lindo pez de río (4 metros)Lady A. regresa a Bangkok, donde tiene una boda, y yo me voy al Zoo de la ciudad. Más que el zoo en sí—me suele dar cosica ver el estado en el que se encuentran los animales—, lo que me interesa es el acuario. Lo que más me llamó la atención fue un piso en el que hay dos gigantescos túneles en los que puedes caminar rodeado (también por arriba) de los peces. En uno de ellos hay peces de río (alguno de hasta cuatro metros) y en otro peces de agua salada. También tienen algún reptil anfibio.

El tráfico en Tailandia es aún más caótico que en Madrid. Si la subida al zoo me llevó 5 min, tardo como 40 en bajar por los atascos que se montan a media tarde. Las ciudades en sí son extrañas acumulaciones de calles y edificios. Lady A. dice que es porque mientras en Europa primero se piensan las ciudades y luego se llenan de gente, en Asia primero se lleva a la gente y luego se les dice que se las apañen para ver dónde vivir.

Ceno en un sitio de fusión thai-francesa en el que tienen una French Toast absolutamente deliciosa y luego, de camino a la ribera derecha del río (que aún no había visto) me encuentro con un mercado nocturno muy distinto al Night Bazaar: este está lleno de locales (no 'farangs' haciendo turismo), hay mucha comida (incluyendo larvas a la brasa) y ropa al por mayor (mínimo llevarse tres piezas).

Ya al otro lado del río (supuestamente dónde puedes encontrar buenos clubs y restaurantes) me encuentro con más señores blancos feos y gordos con chicas jóvenes tailandesas y decido volver al centro. De camino me cuelo (había mucha gente y con disfraces, no me pude resistir) en la fiesta de un instituto. Además de guateque en algunas de las aulas había una especie de representación "fin de curso" musical en el que se mezclaban personajes sacados de un libro sobre buda con un toque de hadas Disney.

Real men Don't buy girls

Vuelvo hacia el centro y me encuentro todo el rato con la misma foto: tuc-tucs, locales de masaje, puestos de roti de banana, un 7-eleven (en Tailandia hay millones) y algún ladyboy echándome los tejos. Así cada dos minutos hasta que llego al remanso de paz que es la Ciudad Vieja. Home, sweet home.

[+ info: fotos y vídeos en Flickr]


 Xx

Tailandia - Laos: día 5

En lugar del típico desayuno local (sopa de arroz con algo de carne), hoy toca algo más europeo. El norte de Tailandia se enorgullece de su café, cultivado en las montañas del norte (el antiguo reino Lanna). Y buena razón tienen para ello, es uno de los mejores arábica que he tomado.

Una vez ingerida la dosis diaria de cafeína me doy un paseo cerca de la zona del Mae Ping y visito dos de los principales mercados diurnos: Warorot y Lam Yai. Los dos son muy similares, con un piso superior para ropa y zapatos, uno de entrada para todo tipo de alimentos (frescos, desecados, ahumados, en polvo...) y un sótano con puestos de comida. La sensación era una mezcla de "quiero probarlo todo" y "¿qué demonios será eso?". En momentos de duda recordaba la voz de mi abuela diciéndome "pásatelo muy bien, pero no hagas nada peligroso".



De vuelta al hotel me paso por la zona superior derecha de la Ciudad Vieja, que es una especie de paraíso hippie para mochileros lleno de tiendecitas, cafés y posadas con encanto a las que se accede por caminos estrechos y me tomo un té thai (mucho color, no demasiado sabor).

Cenando en Heuan Phen

A Lady A. le han comunicado que la asignan a un nuevo puesto de trabajo (en una de las TV públicas tailandesas) y lo celebramos con una cena en un restaurante un tanto finolis (no está mal comer en un sitio con techo, para variar) que parece más bien una tienda de antigüedades, pero en el que hay que reconocer que la comida estaba muy buena. En la sobremesa empezamos a montar los cimientos de nuestra sociedad hispano-thai (para abrir una empresa en el país el 51% del capital tiene que estar en manos locales) para exportar su café a Europa. Una pena no haber firmado ningún contrato en una servilleta o similar.

[+ info: fotos y vídeos en Flickr]


 Xx

Tailandia - Laos: día 4

Es el gran día, el 85 cumpleaños del Rey (Bhumibol Adulyadej) de Tailandia, probablemente la persona más querida del país. Nacido en EE.UU. y educado en Europa, se le atribuyen invenciones y teorías que han facilitado el desarrollo agricultural del país. Lleva más de un año viviendo en un hospital y su estado de salud plantea varios problemas, ya que el príncipe heredero (drogadicto y con un vídeo erótico con una mujer casada circulando por ahí) es visto como no apto, y la princesa Sirindhorn (la favorita del pueblo) tiene en su contra la Constitución. Lady A (que tiene un pequeño problema estomacal y pasará el siguiente día y medio en el hotel) dice que pese al amor que todo el mundo tiene a la familia real, es posible que a la muerte de Bhumibol se acabe la monarquía en el país.

Preparados para el cumple del Rey

Pero ese día todo el país está teñido de amarillo, el color que simboliza a los lunes: el día del nacimiento del rey. Grandes fastos en Bangkok por la mañana y preparaciones para distintos actos alrededor del país para la tarde.

Doy un paseo fuera de la Ciudad vieja, más cerca del río Mae Ping y empiezo a ver a más 'farangs'. No sólo mochileros, sino hombres más bien poco atractivos jugueteando con lindas muchachas locales. No es lo más agradable de ver en este país, pero es imposible evitar el verlo una y otra vez.

Me encuentro un mercado de comida en el que una de las delicatessen que preparan son hormigas fritas y vuelvo al hotel.

Salimos un rato para ver la celebración nocturna junto al monumento de los tres reyes. Han montado  figuras (animales, barcos...) de papel gigantes y distintos expositores con fotos de la vida del Rey. Hay música y danza. Llegado el momento la gente enciende velas en honor al monarca y se lanzan unos fuegos artificales.


Cena en un local un tanto cutrillo pero a rebosar de gente (siempre buen indicador). Tomamos una sopa de fideos con un caldo riquísimo hecho con hueso de pescuezo (el que da más sabor) de cerdo. Una delicia.

[+ info: fotos y vídeos en Flickr]


 Xx

Tailandia - Laos: día 3

Cogemos una especie de mini-bus (más bien una furgoneta con bancos como asiento y sin puerta trasera) que se llaman 'seelors' o 'song taos' y nos vamos a la entrada del Zoo de Chiang Mai, que funciona también como punto de partida para varias excursiones fuera de la ciudad.

Tras juntarnos con otra pareja (locales, ambos) y regatear con otros conductores de 'song taos' acabamos pactando un viaje en tres paradas: los poblados tribales de Doi Pui, el palacio Phuping y el templo Doi Suthep.

El camino, subiendo montañas, ya es precioso (y fresco). Doi Pui es más interesante por las vistas que por el pueblo en sí (un mercadillo con casas alrededor). Me tomo una especie de salchicha con fideos, arroz y carne dentro y compro una miel local, de abeja blanca, que está súper buena.
Panorámica desde Doi Pui
Phuping en uno de los palacios reales que hay en el país. No se pueden visitar los edificios en sí, pero los jardines son muy interesantes.

La última parada de la jornada es Doi Suthep y las 300 escaleras que lleva subir hacia el templo, al que además de turistas llegaban muchos locales, a modo de peregrinos.

De vuelta a la ciudad damos una vuelta por el gigantesco campus de la Universidad de Chiang Mai y tratamos infructuosamente (cada persona a la que preguntábamos daba unas indicaciones distintas) de llegar a un museo de edificaciones tradicionales de las tribus del norte.

En el hotel me llama la atención el uso que se hace en la TV local (sobre todo en programas para chavales) de la animación, a modo de efecto especial.

Cenamos en una de las muchas zonas de comida callejera que hay alrededor de la Ciudad Vieja. Aquí eran unos 15 puestos, que se encargaban platos de unos a otros. En un momento dado en varios de los puestos encienden la tele y todo el mundo se queda enganchado. Es el último episodio de un culebrón muy popular en el país y nadie quiere perdérselo.


[+ info: fotos y vídeos en Flickr]


 Xx

Tailandia - Laos: bebidas


Calor, humedad, montones de frutas distintas y una querencia por la comida en la calle. Esas son las principales razones para la súperabundancia de sitios en los que comprar un zumo de frutas en Tailandia—algo menos en Laos—: naranja, clementina, guava, granada, mezclas de sabores, agua de coco, hasta leche de maíz!!! Siempre apetecible y siempre fresco, comprar uno en cualquier esquina es tan natural como respirar. 

Zumo-gelatina de Goji berryPero si uno decide entrar en un 7 eleven (y Tailandia está infectada de ellos) también se puede elegir entre todo tipo de refrescos. Desde leche de vaca con distintos sabores a leche fermentada (a modo de las bebidas de lactobacilos que tenemos en España), bebidas energéticas (para algo el Red Bull es tailandés), extraños envases que contienen una mezcla de gelatina y líquido, pseudo-zumos, múltiples aguas minerales—aunque Lady A. me dice que son todas la misma, sólo cambia el envase—y colas. 

Un tema curioso con las colas es el caso de 'Est Cola'. Hasta hace unos meses Pepsi se elaboraba en Thailandia a través de una empresa local. Llegado el momento la matriz decidió que preferían abrir su propia fábrica, para servir a toda la futura región del ASEAN, y sus antiguos aliados aprovecharon su red de distribución y crearon, en tiempo récord, su propia cola, con una imagen corporativa en la que los colores son sospechosamente similares a los de Pepsi. ¿El sabor? sin mordiente, un poco tipo casera-cola. 

Café con leche y bollo (con forma de mangosteen)
Pero lo más curioso es lo que ocurre con el café. En países tan centrados históricamente en el té como Tailandia y Laos, los campos de café se han multiplicado recientemente, y el producto es de muy alta calidad. Resulta que a los locales también les gusta la bebida... pero no beben lo que producen. Será por precios, por comodidad, o porque no hay cultura de expresso o de tener otro tipo de cafetera en casa, pero tanto en Tailandia como en Laos lo que la gente de la calle bebe es café instantáneo, sin complicaciones. Obviamente, sobre todo en Bangkok, se pueden encontrar cafeterías de estilo occidental en el que los farang y los thai con gustos más occidentalizados disfrutan del expresso. 

Pero donde esté un buen zumo de frutas que se quite el resto, lo tengo claro.

Tailandia - Laos: día 2

Desayuno una crepe (en algunos sitios le llaman roti) con huevo y plátano en la calle y me voy para el aeropuerto, dónde me encuentro con Lady A y cogemos el avión a Chiang Mai, al norte del país.

Mucho más tranquila y tradicional que Bangkok, la ciudad gana enteros dentro de los antiguos muros de la Ciudad Antigua. Para el buen casar Entramos en el principal templo en el centro (Wat Phra Singh) y hago una ofrenda que resulta ser para asegurarse un buen matrimonio. Habrá que ver si se cumple.

Paseamos por un parque bastante cuco (Buak Hat), tomamos un te por el centro y vemos como los críos de un colegio salen en manadas de clase para atracar las tiendas de la acera de enfrente: tres puestos de comida callejera, otro de dulces, y dos de juguetes/muñecos.

 Igual que pasa en Bangkok, aquí hay comida por todos lados, tanto para consumirla en el momento como para llevar a casa (normalmente en unas bolsas de plástico que no parecen gran cosa pero nunca se rompen).

 Visita al Bazaar nocturno, bastante turístico pero también interesante. Más ropa y complementos que comida, quizás orientado a que el 'farang' (extranjero de origen europeo o norteamericano) se lleve algún souvenir a casa. Muy rica la sopa—Khao soi—que nos tomamos en un sitio especializado en cocina del norte.

 Vuelta al hotel, en el que me sorprendo viendo en la TV un programa sobre meditación en el que la imagen es un loop de animación de un hombre meditando, que se convierte en una imagen borrosa, que se convierte en un hombre meditando, que se convierte en imagen borrosa, que se...zzzzzzz.

[+ info: fotos y vídeos en Flickr]


 Xx