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De entrada el disco ha perdido la capacidad de sorpresa de su predecesor. Pero se trata de un arma de doble filo: sus canciones entran con facilidad, como si fueran viejas amigas a las que siempre apetece volver a encontrarse. El folk y el jazz (espectacular el final con una 'L'Herència' desbocada) reafirman su papel en unas canciones que le guiñan el ojo a ABBA ('El cumpleaños') o Brian Wilson ('Faltas leves').
Y luego están las letras. Escondidas entre tanto arreglo y la voz tímida de Raül, pero siempre destacadas. Desde la inicial 'Es tan moderna esta ciudad/que hay que celebrarlo todo/ya no hay pena/con lo bien que se me da', el autor-poeta une cinismo y melancolía, pero sin perder nunca la esperanza. ¿Algún verso más? 'y se dan un atracón de horas en el colchón/creyendo que el amor es humedad' (Faltas leves), 'No, no és la pell/el que més trobo en falta/són els hiverns/que suren per la punta dels teus actes'('Batis'), 'Ya se hizo de día/es muy tarde ya/para reclamar la noche que quedó atrás' ('El sótano'), 'Te pones ropa de disimular/la carne y la gravedad' ('El cumpleaños')
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